Desde las ancestrales prácticas Tuna (inspirar y expirar), Jingzuo (ejercicios sentado para la tranquilidad), Zuochang (meditación budista) o Taoinnshu, primera referencia gráfica a una forma de ejercicio practicado en los albores de las dinastías de China, hasta nuestros días, la experiencia del pueblo chino en la búsqueda del bienestar y de la lucha contra la enfermedad ha sido extensa y ha despertado creciente interés entre los pueblos a través de los tiempos, tanto de China como fuera de sus fronteras.
Originalmente, el Nei Gong o trabajo interno era un término que designaba un variado conjunto de prácticas físicas, higiénicas, respiratorias y mentales destinadas a mantener el cuerpo saludable como al aumento de la resistencia y de la fuerza en la práctica de las artes marciales pues antiguamente, éstas eran sinónimo de supervivencia y eran practicadas profusamente. No fue sin embargo hasta después de la fundación de la República Popular China que la mayoría de las prácticas populares originales destinadas a la mejora de la salud, prevención y tratamiento de enfermedades, fueron aceptadas por las comunidades médicas y de expertos y fueron popularizadas mundialmente dentro del actual término Qigong.
En los inicios de la vida el hombre empezó a darse cuenta de la estrecha relación entre este y la Naturaleza (de la que todos provenimos). Este “despertar” de los sentidos tuvo lugar gracias a la observación, la cuestión era que el ser humano experimentaba cambios al igual que la naturaleza sufría cambios en sus ciclos naturales. Se descubrió entonces que en el organismo humano había “algo especial”, algo que nos diferenciaba de la materia y que nos acercaba al resto de seres vivos (plantas o animales). Todos teníamos algo en común y la Naturaleza era la principal fuente de ello, se trataba de lo que en Oriente llaman Qi (energía de la Tierra o energía Vital). La energía de la Tierra se origina por las fuerzas magnéticas de la misma, por la acción de la gravedad, la influencia del Sol y la Luna …La Tierra lucha por estar equilibrada siempre, al igual que lo hace nuestro cuerpo. En ambos casos hay una naturaleza que nos lleva al auto-reequilibrio. Vemos pues la estrecha relación entre la salud de las personas y la naturaleza. Naturaleza y ser humano sufren y han sufrido siempre mutaciones y altibajos a través de la vida pero esto no es algo nuevo, ya 2500 años a.C se venían observando y anotando los cambios de la Naturaleza y, probablemente, haya ayudado mucho a la evolución de los hombres.
Es el ser humano el que ha de adaptarse a los cambios Naturales como el clima, diferencias entre distintas zonas geográficas, etc…pues todo ello redunda en el bienestar y en la salud. Debido a estos cambios en la naturaleza se originan cambios en otros aspectos como en la alimentación (cada temporada nos trae unos bienes diferentes y nuevos,
Como digo, todo ello ya se observaba desde la más remota antigüedad Oriental hasta llegar a la conclusión de que al aumentar y controlar esta energía (Qi) de la que estábamos y estamos dotados los seres vivos podríamos mejorar nuestras vidas y conseguir equilibrio y paz espiritual. Así pues el Qigong o Chikung no es más que un conjunto de técnicas milenarias que nos permiten proveernos, manejar, distribuir y almacenar algo tan preciado como es la energía vital presente en el Universo.
Pero el Qigong nos enseña mucho más ya que la respiración se hace más lenta y profunda llegando hasta cada célula y nutriéndola de Qi, los movimientos lentos y pausados hacen que la persona se sienta en profundo estado de relajación, la mente se evade y las sensaciones de paz inundan las almas produciéndose una descarga de tensiones negativas y cambiando estas por energía positiva captada por nuestros sentidos directamente de nuestro entorno natural. Esta es la causa de que se recomiende la práctica de Qigong al aire libre y en lugares poco contaminados pues los efectos beneficiosos se multiplican por la presencia de iones negativos (los buenos) en el aire que respiramos. Los mejores lugares para la práctica de Qigong son frente al mar o rodeados de vegetación en el monte o la sierra.
Para la realización de una sesión de Qigong debemos estar cómodos, a una temperatura ni demasiado fría ni demasiado calurosa (pues el clima distraería nuestra atención y no nos dejaría concentrarnos como es debido), no debemos sentirnos pesados (como puede ser el caso de haber realizado una comida demasiado copiosa), no debemos controlar el tiempo, tenemos que visualizar la energía moviéndose en nuestro interior (un consejo es imaginarla utilizando colores mentalmente, por ejemplo; la energía negativa como un humo negro y tóxico y la positiva como de color dorado o amarillo), debemos hacer respiraciones lentas y dejarnos llevar por el “vaivén energético” (es lo que se experimenta cuando movemos las energías).
Se recomienda la realización de Qigong, al principio, acompañado de un especialista o maestro ya que la manipulación de las energías no es ningún juego y el hecho de que no las veamos no significa que no estén en nosotros. Estos ejercicios no deben ser realizados por nadie que no crea en su capacidad natural para canalizar en su propio beneficio algo que tiene dentro de su ser, el preciado Qi.
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